Johanna Lozoya
En Historia de la Arquitectura contemporánea de Renato de Fusco publicada en 1975, en el capítulo de "Un código virtual", el autor se refiere a la Philarmonie de Hans Sharoun en Berlín como "una obra neo expresionista que no representa tanto un retorno al expresionismo histórico como su propia evolución interrumpida". Con sus placas de material alienigena y de rabioso destello dorado, esta edificación tan engalanada encabeza el Kulturforum de un Berlín unificado que, junto con otros proyectos de la Postdamer Platz, intentan dar una nueva identidad al embrutecido espacio que fuera víctima de la Gran Guerra y del Muro. Frente a la imagen de esta obra llamada neo expresionista entre las cenizas de lo que fuera el cruce comercial más importante de Berlín a principios del siglo (y bajo la luz de un cielo metálico e implacablemente invernal) me viene a la memoria la descripción que de ésta hace Günter Grass en "1963" de Mi siglo: "Un barco... Un trasatlántico musical asalmonado cerca de ese odioso Muro ... despega hacia lo superreal de las muchas construcciones cercanas, por modernas que sean". La Galería Nacional de Arte de Mies van der Rohe, y el Matthaeikirche neo románico de 1846 de Friederich August Stuler, que son las "otras muchas construcciones cercanas", (esas que por más modernas que se asuman no logran despegar hacia el sueño habitable de la utopía moderna), no parecen barcos, ni sputniks, ni túneles del tiempo. Son sencillamente obras telúricas y conformes de su apego terrestre. Günter Grass es un ojo crítico, como lo es una guía de turistas australiano en Bennelong Point que le pregunta a su audiencia ávida de conocimiento, "y usted señora, ¿qué le recuerda la Opera de Sidney?", y en un segundo el octagenario Jorn Utzon, los dieciseis años del lío más largo de la historia que mereció el nombre de Sidney´s Affair, el reconocimiento del Premio Pritzker en 2003, su consagración en el bestiario moderno de F.D.K. Ching (Architecture: Form, Space and Order), se transforma en conchas, velas o quizás aves. Lo cierto es que difícilmente esta colectividad enrojecida por el sol australiano exclamará con la vehemencia de J.M. Montaner: "con esta obra Utzon lleva al máximo la posibilidad de expresión de la arquitectura moderna. Se trata de un complejo arquitectónico que asume los mayores valores simbólicos...Utzon se ha inspirado en los grandes ejemplos de la historia: desde la arquitectura maya hasta los monumentos orientales."
Deambular alrededor de la Philarmonie con las alucinantes citas de Renato de Fusco y de Günter Grass copiadas en el texto de una guía turística, te sumerge con tranquilidad e higiene al flaneurismo turístico sobre las calles de la penitencia alemana. Image Network Company en Berlín, por ejemplo, es la compañía encargada de hacer unos mapas históricos que por 2.5 euros (al menos eso costaban hace un par de años), sitúa al turista en el corazón del mea culpa alemán. Se consigue fácilmente en cualquier tienda de souveniers de la Frederich Strasse. Unos pequeños círculos sobre el mapa señalan los hitos de la historia alemana de las últimas décadas expresada en las calles de esta renovada ciudad. Fue así como me encontré en cosa de unas pocas horas entre el barco de Sharoun en un Postdamer irreconocible y el edificio de un viejo hotel, (de esos que no despegan) cede de reunión de la aristocracia militar alemana que planeó el primer atentado contra Hitler. La historia plasmada en el espacio de la Crónica y Plano de situación de la Image Network Company alemana dice sobre ese espacio indicado con el círculo Berlin, Tercer Reich, 1933-1945:
Datos de la guerra: en otoño de 1944 el Reich se encuentra en estado de guerra con 67 países. El horrible resultado del dominio nacional socialista en Europa fueron 55 millones de muertos, 35 millones de heridos y 3 millones de desaparecidos. Al menos 13 millones de personas perdieron la vida, no por acciones bélicas, sino por los crímenes del régimen nacional socialista. Entre ellos se encontraban seis millones de judíos, más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos, como mínimo 2.5 millones de polacos, cientos de miles de trabajadores forzados, muchos otros como zíngaros y rumaníes, yugoslavos y neerlandeses, así como ciudadanos de casi todas las demás naciones europeas.
Advertencia al turista: no se deje embaucar por los conocedores; el código virtual no se desenvuelve en neos, ni despega por los aires. Tire la guía a la basura y transfórmese en viajero.
Berlín, 1996, Postdamer Platz ( Philarmonie al fondo)